Dos compositores conforman el Concierto que ofreceremos el 14 de marzo bajo la dirección de Henrie Adams: Brahms y Schumann.. Del primero (Hamburg 1833-Viena 1897), la Serenata nº 1 en re mayor, op. 11, compuesta por seis movimientos y escrita en Detmold como un homenaje a los divertimentos y un recuerdo a Mozart. Aparte, compuso cuatro sinfonías, oberturas, las célebres danzas húngaras, cuatro conciertos (dos para piano y orquesta, uno para violín y orquesta y otro para violín y violonchelo y orquesta).

De Johannes Brahms solo conocemos dos serenatas, siendo la primera de más larga duración, un género de moda entre los románticos y que, en el caso que nos ocupa, no tuvieron demasiado notoriedad en su tiempo, pero son las primeras composiciones orquestales del autor con cierto aire de recuperación de lo antiguo, si se quiere, aunque muy interesantes por su estructura y belleza.

La obra, estrenada en Hamburgo en 1859, comienza con un allegro molto: allegro de sonata, enérgico y brillante, con cierto aire popular, iniciado por la trompa y seguido por el clarinete. Continúa con un scherzo en re menor con un tema de la cuerda, sincopado. Sigue un adagio non troppo con una brillante melodía a cargo del clarinete y la flauta con exuberancia ornamental. Dos minuetos, muy melodiosos, desembocan en un scherzo, que finaliza con un alegre rondó, con ritmo punteado y un tema a cargo de los violines.

La segunda parte nos presenta la Sinfonía nº 1 en si bemol mayor, opus 38, “Primavera”, de Robert Schumann (Zwickau, Sajonia, 1810-Endenich 1856). Esta obra, inspirada en un poema de Böttger y con claras influencias de Chopin, Schubert y Beetoven, fue esbozada en cuatro jornadas y terminada con la misma celeridad con su estreno en 31 de marzo de 1841, un año después de los esponsales con Clara, y dirigida por Mendelsohn. Pese a la crítica, no siempre acorde con la calidad de sus sinfonías, las obras se evaden de los esquemas habituales para buscar la libertad compositiva con una imaginación encomiable, nuevas formas de expresión y una línea romántica clara. Su estreno fue muy bien acogida por el público.

El primer movimiento, Andante un poco maestoso-Allegro molto vivace, da entrada a las trompas y trompetas con un tema lento y grave con aire primaveral, tal como indica el título de la sinfonía, para desembocar, finalmente, en el siguiente movimiento, larghetto, cuyo primer tema expuesto por los violines es seguido por los violonchelos y, más tarde, por el trombón y fagot que irrumpen en el movimiento siguiente, scherzo. Un tema animado, molto vivace, en las cuerdas que luego retoman los trombones y ofrecen, después, un tema lírico, otros dos tríos muy originales en su estructura y el asomo de una brillantez muy lograda.

El Finale, un allegro animato e grazioso, con reminiscencias del tema introductorio, con un segundo tema más pausado, destacando la entrada de las trompas y la cadencia de la flauta hasta llegar a una conclusión majestuosa, explosiva con el brillante tutti con que se despide la “Primavera”.